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Las fobias son lo que conocemos socialmente como miedo muy intenso. Y no falta razón en la definición. Lo que define una fobia es sufrir mucho miedo a algo determinada, pero este es del todo irracional e injustificado. De fobias pueden existir tantas como cosas hay en el mundo. Aunque existen unas que son más frecuentes que otras: miedo a hablar en público, miedo a la sangre y a las inyecciones; miedo a los espacios abiertos (agorafobia), miedo a volar, miedo a los animales…
Como ocurre con otros trastornos, en las fobias aparecen otros síntomas que son los que hacen que se mantengan a lo largo del tiempo. En el caso de la fobia es la ansiedad. La ansiedad en los casos de fobia funciona siempre de la misma manera. Cuando nos enfrentamos a lo que nos da miedo la ansiedad aumenta hasta cierto punto y luego disminuye. No obstante, la respuesta que tenemos ante el miedo, es la huida. La evitación es la que no permite que la ansiedad pueda disminuir de forma natural sino como consecuencia de no afrontar lo que nos da miedo. La ansiedad nunca termina de disminuir por completo, sino que se va incubando y acumulando como en un generador eléctrico.
Puede parecer que todas las fobias sean diferentes las unas de las otras, pero la forma de tratarlas es muy similar. Desde la consulta se propone trabajarlas y buscar la solución desde el modelo cognitivo-conductual. Este modelo ha demostrado desde hace años su eficacia y está considerado el tratamiento por excelencia para solucionar las fobias. El tratamiento que se realiza consiste en un enfrentamiento gradual de las situaciones que generan el miedo y que por sistema la persona había ido evitando, generando cada vez más ansiedad. A través de la terapia de exposición se pueden retomar de nuevo aquellas actividades que el afectado no había pensado que sería capaz de hacer.
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