Blog

¿Cómo entrenar la resiliencia?

Lluís Cavallé

Psicólogo y neuropsicólogo

Antes de nada, sabes qué es la resiliencia? Últimamente, por la situación pandémica actual de COVID-19, seguro que has oído hablar en muchas tertulias de la televisión pero quizás no acabas de entender de que se trata. La resiliencia se refiere a la capacidad de afrontar y adaptarse a las situaciones complicadas de la vida. Son ejemplo, más allá de la situación actual, el duelo de una muerte cercana, una ruptura de pareja, un despido laboral, una enfermedad sobrevenida … Ser resiliente no significa que las situaciones difíciles no produzcan malestar, sino que a pesar del dolor experimentado, la persona se reinventa y sigue viviendo en base a los aprendizajes de estas experiencias.

Toda persona tiene potencial para ser resiliente. Unas lo tienen más accesible que otras. Los factores principales serán su capacidad de flexibilidad mental, la tolerancia al cambio y a la incertidumbre.

En una dirección opuesta nos encontramos a las personas más exigentes y rígidas, las cuales tienden a necesitar un control elevado de las cosas que ocurren en su vida. Es decir, tienen su propio código de «cómo deben ser las cosas». Por este motivo, cuando se presentan situaciones de forma inesperada, tienden a bloquearse, a negarlas o a enfadarse contra ellas porque «las cosas no debían ser así».

Como apuntaba al inicio, todo el mundo puede cultivar su capacidad de resiliencia. Detente y revisa estos 4 puntos y mira si los estás cumpliendo o debes incidir en alguno de ellos:

Promueve las relaciones sociales

Tienes que recordar siempre que somos seres sociales, en mayor o menor medida. Pero sentir apoyo emocional, al tiempo que lo puedes ofrecer a los demás, te abre las puertas a conocer más realidades que no solo la tuya.

Acepta la realidad tal como es

No siempre es fácil abrazar la realidad porque implica aceptar que pasarán cosas que te harán daño, que no te gustarán y que no querrás que ocurran. Si quieres aumentar nuestra capacidad de adaptación debes reducir tu tiempo de queja de «¿por qué me ha tenido que pasar esto a mí?». La realidad a veces no es justa, ni fácil, ni completamente atractiva. La realidad, es.

Focalízate en pensamientos realistas

Como decía en el anterior punto, no puedes hacer que las cosas negativas no ocurran, pero sí puedes tratar de integrarla y vivirla de otra forma que no te produzca el mismo malestar. Es decir, generar nuevos puntos de vista. A veces, intentar ver estas situaciones como oportunidades o puntos de inflexión para cambiar de rumbo, pueden ser el punto de partida para generar nuevas soluciones al problema o emoción que te ha sobrevenido.

Autodescúbrete

Ponte a prueba. Busca tus límites. Tendemos a utilizar siempre los mismos recursos y hacer las mismas cosas. Cuanto más te expongas a diferentes situaciones, más capacidad de adaptabilidad ganarás y más seguro te sentirás.

Para terminar, te dejo un cuento popular que si no lo conocías seguro te evocará una imagen muy gráfica con respecto a este post y te hará reflexionar.

Cuentan que una vez hace muchos años crecieron juntos un junco y un roble a la misma orilla del río.

Compartían las delicias de la primavera y la rudeza del invierno, pero nunca estaban de acuerdo. Un día el roble dijo al junco:

 – ¡Realmente eres digno de compasión. El menor soplo de aire te tumba. Mis poderosas raíces son el mejor antídoto contra el viento. Sabes que tengo razón!.

 Tal vez, dijo el junco, tengo un aspecto débil y comprendo tu preocupación. Pero no te fies… ¡La flexibilidad es mi gran fuerza, pues aunque me doblo, nunca me rompo!

 Tras una larga discusión empezó a soplar un viento terriblemente fuerte. El junco bailó al son del vendaval, flexible ante sus peticiones.

 El roble, rígido y estricto, permaneció inmóvil ante aquella furia. 

 A la mañana siguiente, el junco se alzó sacudido y conmocionado, pero vivo, sólo, para descubrir a su lado un gran agujero, justo donde el roble aposentaba sus raíces.

Más artículos