Cuanto más evitamos una situación temida, más poder le damos a dicha situación y más reforzamos la idea de que se trata de una situación a la que hay que tenerle miedo. Para superarla, tenemos que estar dispuestos a soportar un poco de ansiedad.
Es del todo normal que la ansiedad suba cuando intentamos algo por primera vez que nos da miedo. Podemos recordar el ejemplo de la paciente con miedo al fitness. La ansiedad debe aumentar al principio con el fin de darle algo al cerebro para trabajar. Recuerda también que la ansiedad se comporta exactamente igual para todo el mundo.
En una escala de 0 a 10 de ansiedad, busquemos situaciones que nos producirían un valor similar al 3. Si nos exponemos a estas situaciones, la ansiedad aumentará a un 4 o 5 al principio. Aquí viene lo importante. Muchas veces, cuando notamos que sube la ansiedad, huimos de la situación y no experimentamos como de forma natural la ansiedad baja por si sola. El problema está en no tolerar un incremento del malestar a corto plazo por un bienestar a medio plazo. Si nos quedáramos en la situación veríamos que pasado un corto espacio de tiempo la ansiedad volvería a bajar a 3 para finalmente ir bajando a 2 y a 1. La siguiente vez que hiciéramos la misma exposición se produciría de nuevo la misma curva pero sería más rápida y con el tiempo cada vez más llana. A este ejercicio se le llama terapia de exposición.
Muchas veces hago el símil en si nunca antes has ido al dentista. ¿Verdad que sí has ido? La siguiente pregunta es: ¿por qué vas si duele? Seguramente tu respuesta será que vas porque lo necesitas para estar bien. Mi conclusión es que si estamos dispuestos a sentir un poco de malestar físico para resolver un problema físico, podríamos estar dispuestos a tolerar un poco de malestar psíquico.
Pruébalo. Tu cerebro se acostumbrará a base de exponerte y terminará aburriéndose. Pero es importante que dejes que recorra esa curva de ansiedad. Cuando las situaciones de bajo valor de ansiedad se hayan reducido, puedes pasar a las que tienen un valor más elevado. A medida que domines más y más situaciones, incluso las cosas que pensabas que serían de 9 ó 10, empezarás a verlas más accesibles.
Antes de que te des cuenta, conducirás a través de puentes en días ventosos y lluviosos y te podrás sentar justo en el medio de un restaurante aglomerado de gente. La propuesta es infinitamente más atractiva que sentarte en la sala de urgencias y que los médicos te digan que no tienes nada. ¿No crees?